Como he contado en varias ocasiones no suelo ser de las que compran regalos para el día de San Valentín. Sí que me gusta que ese día sea un poco más especial que los otros, y hacerle un detallito romántico a mi churri, pero prefiero mil veces algo hecho por mi, o una escapada, o algo más personal, que no un simple regalo comprado de poco valor sentimental.
Empezar el día 14 de febrero con un desayuno sorpresa en la cama me parece todo un detalle, ideal para recordarle a esa persona que sigues siendo su fan número uno.